viernes, 15 de julio de 2011

Regalar sonrisas

Pueden pasar siglos,y a diferencia de lo que dicen los Keane,la gente no cambia.Por lo menos yo no cambio nunca,habré escrito varias veces lo estúpida que me siento regalando sonrisas a la gente,regalando buenos días y siendo la perfecta compañera y un gran hombro en el que llorar,sin apenas recibir nada,o por lo menos no aquello que deseo.Pero si,a las pocas horas de patalear cuan niña pequeña me doy cuenta de que no puedo hacerlo,no puedo romper con ello porque no voy a cambiar por mucho que quiera hacerlo.En el fondo me encanta regalar sonrisas,las mejores y más amplias sonrisas, y sobre todo risas,esas que retumban a través de un teléfono,sin importar el tiempo ni lo que ocurre a tu alrededor,aquellas en las que el mundo se detiene y solo importan el emisor,en este caso yo,y el receptor sea quien sea,aquel que te agradece con una gran risa tus palabras.Todo esto es precioso,pero cuando no dejas de hacerlo día tras día,echas de menos que te llamen y te cuenten un chiste o una historia graciosa de vez en cuando,pero yo tengo la esperanza de que algún día el teléfono sonará y empezarán las sorpresas...

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